lunes, 22 de junio de 2009

Para no perderse en el conflicto iraní

Desde las últimas elecciones, los conflictos internos en Irán han protagonizado una gran cantidad de páginas de periódicos y horas de radio. Sin embargo, este país tiene muchas peculiaridades que pasan desapercibidas y que son fundamentales para entender lo que está ocurriendo, especialmente en sus protagonistas.
Una de las características principales de Irán es que compagina democracia con un estado confesional islámico, ya que cuenta con un líder supremo, el ayatolá Alí Jameini, sucesor del líder de la Revolución, el ayatolá Jomeini (murió en 1989), y la máxima autoridad del país. Es la instancia suprema en decisiones políticas y el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Además nombra a los jueces del Tribunal Supremo y, según la Constitución, sus decisiones están por encima de la ley.
En un escalafón inferior se encuentra el presidente. Su poder es limitado y es elegido democráticamente, a partir de una lista que el Consejo de Guardianes de la Constitución elabora entre más de cien candidatos. Los proyectos de ley que proponga y los ministros que designe tienen que ser confirmados por este organismo.
A partir de esta información podemos entender mejor las posiciones de cada uno de los actores del teatro iraní:

1. El guía supremo Jomeini: Clérico chiita iraní que encabezó la revolución que derrocó al Sha Reza Pahlevi en 1979 y estableció un régimen islámico. Tras su carrera religiosa, recibió el título de Ayatollah en 1961 y encabezó el Islam chiíta desde 1962. Hostil a las reformas del Sha que afectaban a las propiedades del clero chiíta, fue arrestado y expulsado del país. Desde el exilio en la ciudad iraquí de Najaf llamó al derrocamiento de la monarquía de los Pahlevi a los que acusaba de impíos y de estar al servicio de EE.UU. Con su llegada al poder aprobó el establecimiento de una república islámica dirigida por los mulás (cléricos chiitas) y implantó la sharia (ley islámica sobre las actuaciones de los ciudadanos en la vida corriente). Murió en 1989.

2. Ayatolá Jameini: Sucedió a Jomeini tras su muerte y era uno de sus más cercanos ayudantes. Mediáticamente discreto y mucho menos carismático que su antecesor, Jamenei es en cambio un auténtico animal político: tras el atentado fracasado en 1981, el clérigo interpretó esta acto como una señal "para asumir responsabilidades mayores". En la actualidad ha apoyado a Ahmadineyad por su conservadurismo y su aplicación rigurosa de la sharía. El furibundo antiamericanismo de Jamenei le acerca además a las corrientes fundamentalistas. Defensor del rigor moral en oposición a la «decadencia» de Occidente y temeroso de su «contaminación cultural», el guía supremo considera que «el mundo islámico no necesita recetas erróneas sobre los derechos humanos y el poder del pueblo».

3. Mahmud Ahmadineyad: Antiguo alcalde de Teheran, fue elegido presidente en 2005. Desde entonces, como miembro del partido Desarrollo, ultraconservador, puso fin a todos los intentos aperturistas del país y ordenó el enriquecimiento de uranio en la planta de Natanz. El hermetismo de su gobierno al exterior ha provocado el recelo de muchos países. El gobierno de Bush incluyó a Irán dentro de los países del eje del mal. Todo ello se suponía que le afectaría en su reelección pero, según el Consejo de Guardianes ha ganado los comicios con un 61% de los votos, sin una segunda vuelta, aunque sobre estos resultados sobrevuela la sombra de la duda.

4. Mir Husein Musavi: Uno de los candidatos a las elecciones en Irán y opositor de Ahmadineyad. Sin embargo, su aperturismo es bastante relativo, ya que fue primer ministro en los noventa y ha crecido como político al amparo del régimen. Su concepción sobre el gobierno no difiere en muchos aspectos del actual presidente, aunque no entiende Irán con una ley sharia tan fuerte ni tan hermética al exterior. Musavie se encuentra encerrado en su casa por orden del gobierno y ha declarado en los últimos dias que es necesaria una revolución islámica como la que protagonizó Jomeini. Así, ha querido apoyar al gran ayatolá Hussein Ali Montazeri, que fue delfín del fundador de la república, que cayó en desgracia por adoptar posturas de creciente disidencia -peticiones de democratización del régimen y de respeto a los derechos humanos-, lo que le llevó a estar varios años en arresto domiciliario. (En la foto sale con su esposa, que ha sido parte fundamental de su campaña por sus concepciones más liberales).

Todavía queda mucha tinta que usar sobre este conflicto que tiene visos de ser catastrófico y que puede provocar que Irán se una a la lista de países nucleares inestables, donde este armamento puede estar en peligro...

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